Dedicatoria he visto yo muy ponderada por algunos ignorantes y boquirrubios, dirigida al mismo rey de España, la cual sólo decía en el frontis: AL REY, con letras gordas iniciales, sin más principios, ni postres, caireles, ni campanillas. No puedo ponderar cuánto me estomacó, moviéndome una náusea, que aun ahora mismo me está causando arcadas y bascas. ¡Al Rey! Pero, ¿a qué rey, majadero? Pues no sabemos si es a alguno de los reyes magos, al rey Perico o al rey que rabió. ¡Al Rey! ¿Puede haber mayor llaneza? Como si dijéramos, a Juan Fernández, o a Perico el de los Palotes. ¡Al Rey! Dime, insolente, desvergonzado y atrevido, ¿es al rey de bastos, o al de copas? Nos quieren embocar los críticos y los cultos que éste es mayor respeto, mayor veneración y también más profundo ren-dimiento, como que ningún español puede ni debe entender por el nombre antonomástico de rey a otro que al rey de España, y como que lo mismo debieran entender todas las demás naciones, puesto que no hay rey en el mundo descubierto que tenga tan dilatados dominios como nuestro Católico Monarca, ni con algunos millares de leguas de diferencia. ¡Bagatelas y más bagatelas! Por lo mismo, era muy puesto en razón que antes de llegar a su augusto nombre, se le diera a conocer por lo menos con unos cincuenta dictados o inscripciones alegóricas, que fuesen poco a poco conciliando la expectación y el asombro, los cuales pudieran ser como si dijéramos de esta manera: Al poderoso Emperador de dos mundos, al Émulo del Sol, Febo sublunar en lo que domina, como el celeste en lo que alumbra, al Archimonarca de la Tierra; y después para dar a entender sus reales virtudes personales, añadir: Al Depósito real de la Clemencia, al coronado Archivo de la Justicia, al sacro augusto Tesoro de la Piedad, al Escudo imperial de la Religión, al pacífico, al benéfico, al magnético, al Católico Rey de las Españas, Fernando el Sexto, Pío, Feliz, siempre Augusto, Rey de Castilla, de León, de Navarra, de Aragón, etc., y ir prosiguiendo hasta el último de sus reales dictados. Lo demás es tratar al rey como se pudiera a un hidalgo de polaina, y sacarle tan sólo al teatro del papel, como si fuera uno de aquellos reyes antiguos que se andaban por esos campos de Dios pastoreando ovejas, y ellos mismos llevaban los bueyes a beber en su propia real persona.
José Francisco de Isla (1703-1781), Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, 1758.
Carles Baguer (1768-1808), Simfonia en sol major (transcripció per a teclat del mateix Baguer), c.1790. Montserrat Torrent, orgue de la catedral de Barcelona.
José Francisco de Isla (1703-1781), Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, 1758.
Carles Baguer (1768-1808), Simfonia en sol major (transcripció per a teclat del mateix Baguer), c.1790. Montserrat Torrent, orgue de la catedral de Barcelona.
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Simfonia:
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