De Luis Paret en vaig parlar l’altre dia. El seu Ball de màscares, situat en un teatre, em va molt bé, ja que avui va de teatres. Una salutació pel senyor Paret, doncs.
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Intentaré ser breu. Leandro Fernández de Moratín, hereu dels primers intents de comèdia neoclàssica de Jovellanos [cf.XII] i d'Iriarte (El señorito mimado i La señorita malcriada, 1788), es considera el gran reformador del teatre espanyol del XVIII. La seva obra mestra és El sí de las niñas, escrita el 1800 i estrenada amb gran èxit a Madrid el 1806.
A l'obra La comedia nueva, posa en escena la problemàtica del teatre espanyol de l'època. Don Eleuterio és un pèssim autor de comèdies, però animat pel pedant Don Hermógenes, que se'n vol aprofitar, dona una obra al teatre. L'obra (perfecte exemple de la comèdia barroca i degenerada que odiaven els il·lustrats) és un fracàs i gràcies a les llums i la raó de Don Pedro, l'autor reconeix el seu error i jura fidelitat eterna al que li ha fet obrir els ulls (Don Pedro), que posteriorment li ofereix un lloc de treball amb la promesa que mai tornarà a dedicar-se al teatre (parla Don Pedro): "Así debe ser. Usted, amigo, ha vivido engañado; su amor propio, la necesidad, el ejemplo y la falta de instrucción, le han hecho escribir disparates. El público le ha dado a usted una lección muy dura, pero muy útil, puesto que por ella se reconoce y se enmienda. Ojalá los que hoy tiranizan y corrompen el teatro por el maldito furor de ser autores, ya que desatinan como usted, le imitaran en desengañarse”. Sobre la descripció de la tonadilla que fa Don Eleuterio ("tiene su introduc-cioncita..."), només demano que la recordeu pel pròxim capítol del cicle [cf.XIV].
La tragèdia, gènere més girat cap al passat que cap al futur, contràriament a la comèdia, va seduir tanmateix quasi tots els literats importants: Nicolás Fernández de Moratín, el pare de Leandro (Lucrecia, 1763; Hormesinda, 1770), Vicente García de la Huerta (Raquel, c.1766) [cf.Del Teatre a la Història, 12-IV-08], el menorquí Joan Ramis (Lucrècia, 1769) [cf.XVI], Jovellanos (Pelayo, 1769), Cadalso (Solaya o los circasianos, 1770; Don Sancho García, 1771) o Ignacio López de Ayala (Numancia destruida, 1775). No obstant això, per a la literatura espanyola era un gènere nou. Amb els primers intents es té la impressió d’obres més aviat escrites per a ser llegides que per a ser representades. Virgínia (1750) i Ataúlfo (1753) d’Agustín de Montiano o Lucrecia (1763) de Moratín pare són bastant febles a nivell escènic. La temàtica de la tragedia espanyola del Setcents gira molt sovint en torn de la reflexió sobre el poder (rebuig de la tirania, exaltació del monarca ideal). N’he triat alguns exemples per posar de relleu la diferència de to i de contingut respecte de la comèdia.
LUCRECIA : Esto, ¡oh, Bruto!, esto, ¡oh, padre!, ¡oh, Colatino!
Esto le debemos a Tarquino.
Mas, ¡ay de mí!, ¿qué digo?, ¿yo imprudente
repito mi baldón? Altas deidades
que sordas a mis voces estuvisteis,
¿cómo tan grande infamia consentisteis?
Bien sabéis mi inocencia : sed testigos
y acrisolad mi honor. ¡Oh, cielo! ¿Acaso
no es lícito acusar tu influjo escaso?
Mi frenesí perdona. ¡Oh, cielo! ¡Oh, cielo!
[…] ¿Cómo diré yo propia, aunque lo intente,
mi deshonra, mi afrenta y mi desdoro?
Por mí lo diga mi incesante lloro.
Vengad, romanos, con heroica diestra
la infamia, la maldad abominable,
el insulto bestial y detestable
del bárbaro Tarquino fementido
y anégueme mi llanto y mi gemido.
[…] Pero ya solamente soy, ¡qué pena!
por la violencia infiel de un fiero huésped,
una infame mujer prostituida
al bárbaro apetito de un tirano.
Nicolás Fernández de Moratín (1737-1780), Lucrecia [V,3], 1763.
MEGARA : Hijo inocente,
digno de padre más feliz, consuelo
que a mis cansados años esperaba,
ven a morir… ¿Yo en ti manchar mi acero?
¿A quién la vida di, darle la muerte?
¿Qué más haría el romano? ¿Yo en tu seno
partirme el corazón? Vive; tu padre
te enseñe la virtud, y otros los premios
de la virtud. Megara el desdichado
es el que ha de morir. Tú, juramento
has de hacer de vengar esta ruina.
Graba en tu corazón esos lamentos,
esa espantosa imagen de tu patria,
esa sangre, esas llamas, ese estruendo,
su rectitud, su gloria y sus virtudes;
graba de un padre el lamentable aspecto
que de ti se despide, que te abraza
por la postrera vez. Adiós. Mas juego
de la fortuna, atado ¿al Capitolio
has de subir? ¿Qué en ti de todo el pueblo
triunfarán de Numancia? Aunque inocente,
muere, muere; las muertes imitemos
de tantos generosos españoles.
Muere… mas no a mi espada... ¡Oh, duro cielo!
¿La sangre he de verter de un hijo mío?
No, patria amada, no; que el noble acero
para otros usos es. Muere; otro brazo
tu vida acabe y mi dolor funesto.
Dulcidio, Terma, Aluro... dadle muerte...
No responden. Mi partia es ya desierto,
ya no existe Numancia, ya es cenizas.
¿Te he de dar muerte, o has de ser trofeo
de Cipión altivo? Muere, acaba...
Intentaré ser breu. Leandro Fernández de Moratín, hereu dels primers intents de comèdia neoclàssica de Jovellanos [cf.XII] i d'Iriarte (El señorito mimado i La señorita malcriada, 1788), es considera el gran reformador del teatre espanyol del XVIII. La seva obra mestra és El sí de las niñas, escrita el 1800 i estrenada amb gran èxit a Madrid el 1806.
A l'obra La comedia nueva, posa en escena la problemàtica del teatre espanyol de l'època. Don Eleuterio és un pèssim autor de comèdies, però animat pel pedant Don Hermógenes, que se'n vol aprofitar, dona una obra al teatre. L'obra (perfecte exemple de la comèdia barroca i degenerada que odiaven els il·lustrats) és un fracàs i gràcies a les llums i la raó de Don Pedro, l'autor reconeix el seu error i jura fidelitat eterna al que li ha fet obrir els ulls (Don Pedro), que posteriorment li ofereix un lloc de treball amb la promesa que mai tornarà a dedicar-se al teatre (parla Don Pedro): "Así debe ser. Usted, amigo, ha vivido engañado; su amor propio, la necesidad, el ejemplo y la falta de instrucción, le han hecho escribir disparates. El público le ha dado a usted una lección muy dura, pero muy útil, puesto que por ella se reconoce y se enmienda. Ojalá los que hoy tiranizan y corrompen el teatro por el maldito furor de ser autores, ya que desatinan como usted, le imitaran en desengañarse”. Sobre la descripció de la tonadilla que fa Don Eleuterio ("tiene su introduc-cioncita..."), només demano que la recordeu pel pròxim capítol del cicle [cf.XIV].
La tragèdia, gènere més girat cap al passat que cap al futur, contràriament a la comèdia, va seduir tanmateix quasi tots els literats importants: Nicolás Fernández de Moratín, el pare de Leandro (Lucrecia, 1763; Hormesinda, 1770), Vicente García de la Huerta (Raquel, c.1766) [cf.Del Teatre a la Història, 12-IV-08], el menorquí Joan Ramis (Lucrècia, 1769) [cf.XVI], Jovellanos (Pelayo, 1769), Cadalso (Solaya o los circasianos, 1770; Don Sancho García, 1771) o Ignacio López de Ayala (Numancia destruida, 1775). No obstant això, per a la literatura espanyola era un gènere nou. Amb els primers intents es té la impressió d’obres més aviat escrites per a ser llegides que per a ser representades. Virgínia (1750) i Ataúlfo (1753) d’Agustín de Montiano o Lucrecia (1763) de Moratín pare són bastant febles a nivell escènic. La temàtica de la tragedia espanyola del Setcents gira molt sovint en torn de la reflexió sobre el poder (rebuig de la tirania, exaltació del monarca ideal). N’he triat alguns exemples per posar de relleu la diferència de to i de contingut respecte de la comèdia.
LUCRECIA : Esto, ¡oh, Bruto!, esto, ¡oh, padre!, ¡oh, Colatino!
Esto le debemos a Tarquino.
Mas, ¡ay de mí!, ¿qué digo?, ¿yo imprudente
repito mi baldón? Altas deidades
que sordas a mis voces estuvisteis,
¿cómo tan grande infamia consentisteis?
Bien sabéis mi inocencia : sed testigos
y acrisolad mi honor. ¡Oh, cielo! ¿Acaso
no es lícito acusar tu influjo escaso?
Mi frenesí perdona. ¡Oh, cielo! ¡Oh, cielo!
[…] ¿Cómo diré yo propia, aunque lo intente,
mi deshonra, mi afrenta y mi desdoro?
Por mí lo diga mi incesante lloro.
Vengad, romanos, con heroica diestra
la infamia, la maldad abominable,
el insulto bestial y detestable
del bárbaro Tarquino fementido
y anégueme mi llanto y mi gemido.
[…] Pero ya solamente soy, ¡qué pena!
por la violencia infiel de un fiero huésped,
una infame mujer prostituida
al bárbaro apetito de un tirano.
Nicolás Fernández de Moratín (1737-1780), Lucrecia [V,3], 1763.
MEGARA : Hijo inocente,
digno de padre más feliz, consuelo
que a mis cansados años esperaba,
ven a morir… ¿Yo en ti manchar mi acero?
¿A quién la vida di, darle la muerte?
¿Qué más haría el romano? ¿Yo en tu seno
partirme el corazón? Vive; tu padre
te enseñe la virtud, y otros los premios
de la virtud. Megara el desdichado
es el que ha de morir. Tú, juramento
has de hacer de vengar esta ruina.
Graba en tu corazón esos lamentos,
esa espantosa imagen de tu patria,
esa sangre, esas llamas, ese estruendo,
su rectitud, su gloria y sus virtudes;
graba de un padre el lamentable aspecto
que de ti se despide, que te abraza
por la postrera vez. Adiós. Mas juego
de la fortuna, atado ¿al Capitolio
has de subir? ¿Qué en ti de todo el pueblo
triunfarán de Numancia? Aunque inocente,
muere, muere; las muertes imitemos
de tantos generosos españoles.
Muere… mas no a mi espada... ¡Oh, duro cielo!
¿La sangre he de verter de un hijo mío?
No, patria amada, no; que el noble acero
para otros usos es. Muere; otro brazo
tu vida acabe y mi dolor funesto.
Dulcidio, Terma, Aluro... dadle muerte...
No responden. Mi partia es ya desierto,
ya no existe Numancia, ya es cenizas.
¿Te he de dar muerte, o has de ser trofeo
de Cipión altivo? Muere, acaba...
(Al herirle se le cae la espada.)
¡Oh, brazo paternal!... Patria, no puedo
ofrecerte esta víctima.
¡Oh, brazo paternal!... Patria, no puedo
ofrecerte esta víctima.
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NIÑO: Adiós, padre;
Que va acabar mi vida el común fuego.
NIÑO: Adiós, padre;
Que va acabar mi vida el común fuego.
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Ignacio López de Ayala (c.1750-1789), Numancia destruida [V,14], 1775.
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El parlament de Lucrècia escrit per Moratín el podreu comparar amb el de la Lucrècia de Ramis d'aquí a pocs dies [cf.XVI]. Pel que fa a la Numancia destruida d'Ayala, molt més inspirada que les tragèdies de Moratín pare, Russell P. Sebold l'ha considerada digna de figurar entre els clàssics de la literatura hispànica.
Vicent Martín i Soler (nascut a València el 1754) és el compositor espanyol més conegut del Classicisme, potser perquè va passar gran part de la seva vida rondant per Europa. A Viena, amb Lorenzo da Ponte com a llibretista, l'estrena de la seva òpera Una cosa rara el 17 de novembre de 1786 va aconseguir superar l'èxit espectacular de Le nozze di Figaro de Mozart, estrenada el maig del mateix any.
L'èxit d'Una cosa rara, rarament igualat, va permetre que es representés a Dresde, Milà i Venècia el 1787, el 1788 a Sant Petersburg, l'any següent a Londres i a Madrid, a Barcelona el 1790 i el 1793 i a París el 1791, i el 1797 en versió francesa. Va escriure altres òperes d'èxit abans de traslladar-se a Sant Petersburg, on va morir el 1806. Mozart el tenia, pel que sembla, en gran estima i el 1787, a l'escena XIII del segon acte de Don Giovanni, la música que acompanyava el darrer sopar del protagonista...
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Ara escolteu Martín i Soler:
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A l'extracte d'àudio ja no surt, però, més endavant, Don Giovanni exclama "Bravi! ¡Cosa rara! ¿Che ti par del bel concerto?" i Leporello contesta: "E conforme al vostro merto".
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Bon dia!
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